Faith Pashile es una joven de 33 años, licenciada en Sociología por la Universidad de Moi, Kenia, que trabaja para su gobierno, ayudando a empresas kenianas a internacionalizarse. Hasta aquí nada distinto a lo que una joven de su generación podría ser o hacer, si no fuera porque Faith pertenece a la tribu masai, una sociedad patriarcal de cría de ganado, en la que las opiniones, los inquietudes y voz de las mujeres continúan siendo silenciadas en numerosas ocasiones.


Faith Pashile, activista masai por los derechos de la mujer en Kenia, directora de Wanawake Kenya CBO

 

Su tribu lleva una vida nómada, por lo que, de niña, tuvo que dedicar buena parte de su tiempo a pastorear el ganado, compaginando esta actividad con la escuela. Su pasión era aprender, aunque la mayoría de las niñas con las que se crió sólo pudieron hacerlo unos pocos años.

“He visto cómo la mayoría de mis amigas se han casado con hombres cualesquiera, que pedían su mano a sus familias cuando ellas sólo tenían entre 12 y 15 años. La mayoría de ellas pronto se quedaron embarazadas. El matrimonio infantil precoz y concertado hace que las niñas abandonen la educación, teniendo altas probabilidades de entrar en un círculo de abuso y violencia. En mi clase de primaria, solo 3 de las 11 niñas llegamos a secundaria y de ellas solo 2 alcanzamos la universidad. Soy consciente de que soy una auténtica privilegiada por no sucumbir a la pobreza y a una presión familiar y cultural insoportable”.

Faith fue una excepción. A pesar de que su difunto padre era agricultor y nunca estudió, creía en la educación para sus hijos e hijas. Sin embargo, su vida ha discurrido entre esa dicotomía del respeto a los valores de su cultura y el enfrentamiento a las tradiciones que perjudicaban a las niñas y a las mujeres, algo que le ha exigido un altísimo esfuerzo.

«A pesar de las trabas, logré ir pasando de curso. Ir a una universidad lejana, cuando era una joven de una comunidad rural minoritaria, que anteriormente solo había estado expuesta a su cultura de pastoreo, fue una etapa de choque cultural y aprendizaje intenso en mi vida: de repente me encontré siendo una minoría entre las personas de otras tribus, países, sociedades y culturas».

La vivencia con otras realidades, le obligó a reflexionar sobre su identidad y opiniones culturales aprendidas, incluso enfrentándose a ellas, abriéndose así nuevos caminos.

«Mi comunidad masái, si bien tiene un alto orgullo de pertenencia a nuestra hermosa cultura, se ha quedado atrás en la consideración y el respeto hacia las mujeres, especialmente en ofrecer mejores oportunidades de vida para las niñas. El número de niñas que acceden a la escuela sigue siendo muy bajo en comparación con los niños, y otras tribus, y la mutilación genital femenina, los embarazos de adolescentes y los matrimonios precoces son prácticas generalizadas».

Un momento clave para ella se produjo en 2016, cuando una viuda, madre de cuatro hijos, de la aldea donde ella pasó su niñez, fue agredida y violada por nueve hombres. Una agresión que le costó la vida a la mujer y que hizo que Faith sentara las bases de su lucha.

«Me uní a los jóvenes de la aldea, hombres y mujeres. Organizamos manifestaciones y forzamos a las autoridades a buscar justicia para la mujer y su familia. Nuestras demandas y el uso de la publicidad en los medios de comunicación, obligaron a la policía a exhumar el cuerpo para realizar una autopsia y arrestar a los sospechosos. Tal violencia contra el género más vulnerable en mi comunidad, me hizo aventurarme y crear la ONG Wanawake Kenya CBO para proteger a las mujeres».


Movilizaciones frente al asesinato de una madre masái a manos de 9 hombres

 

Su trabajo por la igualdad comenzó entonces desarrollando, junto con otras personas de su comunidad, un programa de tutoría comunitaria, por el que, a través de la educación, se empodera a las niñas masai, con el objetivo de mejorar sus vidas.

«Visitamos escuelas y pueblos y hablamos con los jóvenes, especialmente con las niñas, sobre la premisa de que la educación, cambia la vida. Hablamos de malas prácticas culturales (mutilación genital femenina, matrimonio infantil). Les enseñamos habilidades de crecimiento personal, dándoles consejos sobre cómo aumentar la autoestima y desarrollar una buena comunicación y habilidades de manejo del estrés».


Faith visitando las aldeas tradicionales para tutorizar a las niñas

 

Faith ha conocido a muchas chicas prometedoras, que terminaron en condiciones de vida miserables, simplemente por falta de una guía adecuada o por haber sido sometidas a prácticas culturales degradantes.

“Las niñas optan por no continuar con la educación al llegar a la adolescencia y prefieren casarse. Algunas de ellas lo hacen por carecer de modelos positivos que las guíen; otras por pobreza, cuando sus padres no pueden mantenerlas; y otras porque sus padres deciden casarlas a cambio de una dote (precio de la novia) para poder mantener al resto de sus familias. Por eso, yo les enseño sus derechos desde una perspectiva cercana: mi experiencia vital”.


Faith participando en actividades educativas en las aldeas, “Community Mentor”

 

El objetivo de Faith es ver que cada vez más niñas terminen la escuela e incluso lleguen a la universidad. Que puedan decidir cuándo casarse y cómo solucionar los problemas que se les planteen. Para Faith la educación es esencial para poner fin a cualquier forma de desigualdad y de violencia hacia las mujeres, pues es la herramienta clave para la toma de decisiones y para alcanzar un empleo digno, con el que conseguir autonomía financiera. Así, en el caso de que el matrimonio no funcione, o decidan no casarse, las mujeres podrán cuidarse solas.

Su teoría es simple: «muéstrale a una chica que es capaz y suficiente y hará que sucedan grandes cosas» especialmente en una comunidad como la suya, que no produce muchos profesionales.

Pero Faith no sólo centra sus esfuerzos en la educación de las niñas. También trabaja para apoyar a mujeres adultas más vulnerables a través de actividades de desarrollo empresarial.

En Kenia, las mujeres masai se han dedicado tradicionalmente a las labores de cuidados, construcción de casas, pastoreo del ganado y la fabricación de abalorios tradicionales. A través de Wanawake Kenia, Faith empodera a estas mujeres brindándoles oportunidades para traducir las habilidades artesanales en ingresos, y las protege de las prácticas nocivas de violencia de género. En alianza con Wanawake España, forma a las mujeres en emprendimiento y las vincula con los mercados internacionales. Además, las sensibiliza sobre las consecuencias devastadoras de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil para su salud y su vida.


Faith Pashile y Mónica Batán, Directora de Wanawake España
 

Faith en las jornadas de formación a las mujeres Maua

 

«Estoy muy centrada en desarrollar la Iniciativa «Maua, flores para la igualdad» donde se capacita a mujeres vulnerables para, a partir de sus artesanías tradicionales, poder producir preciosas flores. Este es un proyecto que estamos llevando a cabo con Wanawake Mujer en España contra la violencia de género. Hasta ahora ha conseguido que 25 mujeres se ganen la vida con su trabajo, empoderándose y dándoles voz. Mujeres que se han comprometido a desvincularse de la mutilación genital y el matrimonio forzado, y que darán un futuro más seguro a sus propias hijas. Se les enseña a invertir (comprar los materiales) y ahorrar, algo que equilibra la relación entre las mujeres y sus maridos, ya que ahora traen dinero al hogar. Por esta razón, las mujeres ahora pueden tomar decisiones sobre sus hijas, por ejemplo, en materia de educación”.

Mujeres que como Margret desde 2018 producen flores Maua para Wanawake, haciendo de su habilidad una fuente de ingresos para ella y su familia, tal y como ella misma cuenta: “Ahora traigo dinero a casa, puedo proporcionar comida y pagar la matrícula escolar de mis hijos. Además,  pude comprar una cabra, compartiendo leche con todas las mujeres que están involucradas en la iniciativa Maua. Maua supone que todas las mujeres del pueblo estemos unidas en una actividad, de este modo, no solo producimos, sino que nos apoyamos y compartimos vivencias y retos, y estamos siendo conscientes de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos las mujeres por el hecho de serlo, uniéndonos para superarlos. Sé que estas flores llegan a España y mucha gente las recibe con entusiasmo. A mi me dan mi sustento y ellos reciben una artesanía única hecha por mi y por mis compañeras y a través de ellas conocen mi historia frente a una tradición que no es buena para las mujeres y las niñas”.


Magret, mujer masái dentro del proyecto “Maua, flores para la igualdad”
 

Faith y Margret, en una de sus reuniones de formación
 

Flores Maua, que llegan a España y sirven para generar recursos y sensibilizar a través de Wanawake Mujer

 

La de Faith no es una historia convencional de mujer masai sometida, sino la de una persona privilegiada por nacer en una familia que ha priorizado su educación, su desarrollo y su autonomía. Siendo consciente de eso, es capaz de representar a las mujeres que no han logrado llegar hasta donde ella lo ha hecho y, sobre todo, servir de referencia a las niñas que luchan por hacerse dueñas de sus propias vidas.

Sin duda, Faith Pashile es un ejemplo de evolución, de superación, de tolerancia al cambio. Un apoyo y un referente para otras muchas niñas y mujeres masai. Un modelo diferente al establecido, una mujer independiente, empoderada, valorada, el modelo de una generación que está cambiando el mundo y que sienta las bases para generar un futuro mejor para todas y todos.

 

La mutilación genital femenina (MGF), un problema global.

Desde Naciones Unidas se ha reconocido que las prácticas nocivas, como la MGF, el matrimonio infantil precoz y concertado y la violencia contra las mujeres y las niñas tienen causas subyacentes comunes como la desigualdad de género, la discriminación y la distribución desigual del poder entre hombres y mujeres.

La eliminación de estas prácticas pasa sin duda por el empoderamiento de las niñas y las mujeres como herramienta fundamental, a través de la educación y el acceso a oportunidades laborales que les permitan opinar, alzar la voz y decidir sobre sus vidas y sus derechos.

Eso, a día de hoy, es una asignatura pendiente para las más de 200 millones de niñas y mujeres que han sufrido la mutilación genital en alguna de sus formas. Mujeres y niñas que padecen las consecuencias físicas, psicológicas y sociales de una práctica que les afectará durante el resto de sus vidas y que viven en alguno de los 30 países de África, Asia y Oriente Medio en los que existen datos representativos. En algunos de ellos, la prevalencia de esta práctica es casi absoluta: Yemen (85%), Egipto (87%), Guinea (97%) y Somalia (98%), mientras que en otros, se está consiguiendo un descenso considerable: Ghana (4%) y Níger (2%)[1].

No hay que perder de vista que, con los movimientos migratorios, la MGF se ha convertido si no lo era ya, en un problema de dimensiones globales, presente en todo el mundo, por lo que el trabajo para su eliminación ha de continuar y en él, todos y todas tenemos parte de responsabilidad.

La sensibilización, la prevención, las políticas, las leyes, la puesta en marcha de programas adecuados a las necesidades de las supervivientes y la participación, activismo e implicación de las comunidades locales, seguirán siendo las herramientas para erradicar la Mutilación Genital Femenina. Todo ello bajo el paraguas del empoderamiento a través de la educación y de la conquista, por parte de las mujeres, de las esferas públicas de opinión y toma de decisiones.

 

 


 
[1] Naciones Unidas, Asamblea General (28 julio 2018): “Intensificación de los esfuerzos mundiales para la eliminación de la mutilación genital femenina”.  https://undocs.org/es/A/73/266
Wanawake Mujer es una asociación española sin ánimo de lucro creada en 2017, que tiene como objetivo promover la igualdad de género y luchar contra todas las formas de violencia ejercida hacia las mujeres y las niñas. Su trabajo, tanto a nivel nacional como internacional, se centra en empoderar a las mujeres y a las niñas, a través de alternativas productivas y del acceso a la educación respectivamente. Un trabajo que contempla también la sensibilización e información de nuestra sociedad, dentro del marco de la educación en valores. Wanawake involucra a la población en general y a todos los agentes sociales y entidades de cualquier área y sector (públicas, privadas y tercer sector) para aunar esfuerzos y sumar iniciativas hacia la igualdad real entre hombres y mujeres y hacia el fin de la violencia.

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Share This