Independientemente de la muerte de Laura Luelmo, noticia que tristemente hemos recibido esta semana, teníamos pensado desde Wanawake realizar una entrada sobre la importancia de educar en igualdad desde que somos pequeños/as. Este hecho, refuerza nuestra idea de que la violencia contra las mujeres y las niñas se cura sólo con EDUCACIÓN.

Han sido tres meses intensos de intervenciones educativas con alumnado de primaria y secundaria en la Comunidad de Madrid para fomentar la igualdad de género y prevenir la violencia ejercida hacia las mujeres y las niñas. Un trimestre que nos ha hecho ver de primera mano cómo es nuestra realidad y qué piensan nuestros menores sobre una realidad que es cada vez más acuciante modificar.

Es esperanzador comprobar la falta de prejuicios que tienen los más pequeños. Si bien, en la práctica, tienen demasiado definidos los roles de género, en la teoría, en su cabeza, en cuanto expresan, lo único que les sale es que todos y todas somos iguales, que todos y todas deberíamos hacer un poquito de todo. Con ellos/as trabajamos jugando y con juguetes y cuentos como herramienta para transferir los contenidos, porque cuando nos divertimos aprendemos muchísimo mejor. Unos juguetes y unos juegos que tienen una enorme importancia en el desarrollo de nuestros/as niños/as. Con ellos, lo sabemos bien, aprenden a “hacer” y aprenden a “ser”. Unos juguetes, que tristemente continúan siendo estereotipados al máximo, diciéndoles a las niñas y a los niños qué se espera de ellos/as desde que son pequeños.

A medida que vamos subiendo en edad, la esperanza comienza a disiparse. Es cierto que estamos en un momento en el que los/as adolescentes reciben información y formación en igualdad, especialmente desde el ámbito de la educación formal, es decir, desde su centro educativo. Pero también es cierto que esa información se solapa y desaparece en ocasiones por toda la que reciben desde el ámbito más informal de la educación (publicidad, series, cine, canciones, familia, etc) Duele comprobar que, si bien las chicas abanderan, con muchas más herramientas que nosotras en nuestro tiempo, una lucha por la igualdad real entre hombres y mujeres, un elevado porcentaje de los chicos continúa con una actitud escéptica e incluso a la defensiva cuando se aborda esta temática. Repiten frases populistas, manidas, agotadoras ya de escuchar continuamente que, tristemente, comienzan de nuevo a tener un espacio y un público que las acepta: las cosas no están tan mal, os consideramos iguales, mi padre ayuda en casa, los hombres también sufren violencia, no sois especiales, la brecha salarial no existe, etc… Pero su discurso de “supuesto respeto” no se corresponde con la realidad, porque muchos continúan siendo celosos, considerando a la mujer como un objeto del que disponer, una propiedad, infravalorando sus logros, etc.

¿Cuándo os querréis dar cuenta de lo importantes que sois en este proceso y en este camino hacia la igualdad real? Que todos y todas tenemos que recibir una educación que transforme esta situación. Que no sólo somos nosotras las que debemos gritar que se nos respete y las que tenemos que aprender a defendernos, sino que también vosotros tenéis que cambiar vuestra actitud y construir un nuevo modelo de hombre que se base, entre otras actitudes, en la tolerancia, en el respeto y en la solidaridad.

Y esa pelota está en el tejado de todos y todas. Nos echamos las manos a la cabeza cuando se dan situaciones como la de Laura y no somos capaces de ver la importancia que tiene que a nuestros hijos/as les demos unas pautas básicas de respeto a las mujeres desde que son pequeños; que no riamos ciertas gracias, ni normalicemos conductas que no son normales. Y, sobre todo, que les enseñemos a ser desde pequeños/as y educando sin prejuicios. Queremos niños que aprendan que los cuidados son enormemente importantes y que es natural que ellos los asuman también. Niños que jueguen con bebés, muñecas y cocinas. Queremos niñas que sepan que pueden llegar a ser lo que consideren, que den patadas a balones y ocupen su espacio público desde el recreo. Y ese es sólo el primer paso para que la violencia hacia las mujeres y las niñas comience a desaparecer.

¿Has pensado ya qué regalar a tu hijo/a por Navidad? Vamos a por ello. Vamos a apostar por una sociedad equitativa, libre y justa.

Eduquemos en igualdad y en todos los valores que de ella se desprenden. De verdad que merece la pena.

 

Ana Pérez
Wanawake Mujer

 
 
 
 

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